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un grupo de estudiantes debe cursar una materia durante un período de tiempo fijo, sin que importe la rapidez con que cada individuo la aprenda.
Diversos estudios han demostrado que no todas las personas aprenden de igual manera ni al mismo ritmo. Sin embargo, por razones administrativas, más no pedagógicas, las practicas educativas estan delimitadas en periodos fijos de tiempo. Los programas curriculares que se ofrecen tienen una duracion total dada y se desarrollan en fracciones de tiempo fijos (cuatrimestres, semestres, anos) y dentro de ellos se orientan los cursos con una dedicación semanal predeterminada.
Por esto, los profesores tienen que ocuparse de cumplir con la "entrega" del contenido definido en el currículo, según una programación predefinida, sin importar el grado de aprendizaje logrado por los estudiantes.
Así, un grupo de estudiantes debe cursar una materia durante un período de tiempo fijo, sin que importe la rapidez con que cada individuo la aprenda. La reprobación de un área temática, un curso o materia implica la repetición durante un período fijo de un proceso preestablecido y preprogramado por la institución sin importar qué partes de todo el contenido no ha aprendido, o cuáles de los objetivos de aprendizaje no ha logrado.
Esto significa que todos los estudiantes que han reprobado una materia por tener vacíos conceptuales diferentes, o por no haber logrado desarrollar habilidades distintas, son sometidos exactamente al mismo proceso (repetición completa de la materia) y durante un período de tiempo igual.
De una forma semejante, podría ocurrir que un estudiante tenga la actitud y la capacidad para aprender más rápido los temas de un curso de modo que logre los objetivos en un plazo inferior al previsto por la institución educativa y, a partir de ello, pueda avanzar en el estudio de otro curso posterior, mucho antes de la culminación de un período académico.
Esta estandarización y unificación de plazos no considera las condiciones particulares de cada individuo ni su ritmo propio de aprendizaje. Los somete a todos a unos procesos arbitrariamente definidos en intensidad y duración incluso en los casos en los que cada uno de ellos necesita atención personalizada sobre temas específicos. Esta es la manera como se aborda y se le da prioridad a un asunto meramente administrativo en detrimento de los aspectos pedagógicos y del aprendizaje en sí.
Probablemente esto era justificable hace cien o ciento cincuenta años pero no ahora cuando la tecnología facilita la interacción personal sin restricción de tiempo y lugar. A menos que se de prioridad al negocio por sobre el interés en el aprendizaje.
Lo que hay que preguntarse es si aún hoy en día hay razones de peso para que se desconozcan los ritmos de aprendizaje de cada uno los alumnos, para que los que van aprendiendo más rápido no puedan avanzar a los cursos siguientes y para que se les obligue a repetir materias completas sin considerar aquello que ya saben y lo que aún les falta por aprender.
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